La oferta online de sustancias de consumo -ya sean legales, como el alcohol, o ilegales- aumentó en el último tiempo impulsada por el auge de la tecnología y el acceso cada vez mayor de los jóvenes a esta.
Así es que, según informó a Infobae la médica psiquiatra y experta en adicciones Geraldine Peronace (MN 110.541), muchos padres llegaron a su consulta preocupados luego de haber encontrado en el teléfono de sus hijos “evidencia sobre una nueva modalidad de oferta de drogas que genera mucha preocupación”.
“Este verano llegaron varios padres preocupados porque luego de haber pesquisado los celulares de sus hijos hallaron evidencias de la compraventa de psicofármacos, psicoestimulantes, antitusivos, analgésicos, opioides, vitamínicos. Con recetas, sin receta, con delivery a domicilio”, describió la especialista, quien si bien reconoció que “los jóvenes siempre quieren transgredir y todo este uso de psicofármacos con alcohol se veía hace años”, señaló que “ahora aparece potenciado por esta modalidad y con un mayor acceso por el delivery a domicilio”.
Y tras asegurar que “hace años los chicos accedían a estos fármacos porque se lo sacaban a los padres o a los abuelos y en algún momento las familias detectaban el faltante”, Peronace enfatizó que “ahora con la venta online no se tiene control porque el chico puede comprar a gusto y demanda y eso los pone en una situación de mayor riesgo”.
Consultada por este medio, la médica pediatra toxicóloga y miembro del Grupo de Trabajo en Adicciones de la Sociedad Argentina de Pediatría, Marta Braschi (MN 89.089) sostuvo que “el consumo de psicofármacos aumentó durante y post pandemia en toda la población, de la mano con el incremento de la sintomatología de salud mental particularmente en la población adolescente”.
“Las vías de acceso a las sustancias más usadas son sistemas de mensajería como Telegram y Whatsapp, que permiten que los mensajes se eliminen pasado un tiempo sin posibilidad de recuperarlos, lo cual impide el control por parte de los padres”, comenzó a explicar Peronace en este punto. Para ella, “mediante el uso de los mensajes cifrados los padres no tienen manera de chequear con quién se mensajean sus hijos ni cuál es el contenido de los mensajes y eso complejiza el poder seguir sus pasos”.
Según Peronace, “el servicio que ofrecen es comprar todo tipo de sustancias, ya sea por menor, por mayor, con o sin receta”. “La mayoría no utiliza una obra social, o una receta electrónica adulterada o plagiada sino que directamente, aunque paguen un poco, compran todo por izquierda; nadie les pregunta la edad, y a mayor cantidad mejor es el precio que consiguen, por eso algunos de los chicos compra los fármacos y los reparten, y así muchas veces desde las escuelas detectan estos movimientos y alertan a los padres”.
A edades cada vez más tempranas (alrededor de los 12 años), los adolescentes se inician en el consumo de sustancias nocivas. Y la puerta de acceso suele ser el alcohol, “que es de fácil acceso porque está en todos los domicilios”, según Peronace, seguido por la marihuana.
“Esto es debido a que cuentan cada vez con más complacencia social y de toda una nueva camada de padres, que es más benevolente en relación a la marihuana”, consideró la psiquiatra. A lo que la toxicóloga sumó: “La edad de inicio del consumo de sustancias es cada vez más temprana, y además del alcohol y las bebidas energizantes, se sumaron desde hace unos años el cannabis y derivados del tabaco en ascenso como el vapeo”.
Acerca de las sustancias más consumidas, “dentro del marco de las drogas legales, en general son los psicofármacos, los antidepresivos, los ansiolíticos son los más buscados por los adolescentes”, destacó Peronace.
Para Braschi, “entre los psicofármacos más utilizados están las benzodiacepinas, antiparkinsonianos y los opioides”.
“Después, hay un público muy particular que busca la línea de antitusivos, los opioides, analgésicos como el tramadol, y luego hay un un grupo muy particular que busca complejos pre entreno o quemadores de grasa para aumentar el metabolismo, pero este es un público muy selecto de jóvenes que recurren a estas sustancias”, agregó Peronace.
Y analizó: “En general, a nivel social hay una benevolencia en relación a las drogas, y eso se ve en el hecho de que hasta los términos van cambiando y ya no se habla muchas veces de drogas sino de sustancias con fines recreativos o uso problemático de sustancias; se empieza a coquetear con determinados términos y se van perdiendo los límites de lo que hace bien y lo que no. Como adultos, vamos perdiendo esa conciencia de que, por ejemplo, el consumo de alcohol está prohibido por ley en cualquier persona menor de 18 años”.
“Muchas veces hay modas. Hoy por hoy hay toda una tendencia por parte de los influencers de hablar de sus cuadros depresivos, sus ataques de pánico, ansiedad, de hablar de situaciones complejas o traumáticas que han estado atravesando”, comenzó a analizar Peronace, para quien, “por un lado, está la cuestión positiva de que se va perdiendo el tabú hacia la enfermedad mental, pero muchas veces lleva a que si el influencer dice que toma tal o cual cosa, haya chicos que quieran copiar esa misma conducta”.
Y por otro lado, en su mirada, “muchas veces sucede que un tema de moda menciona la mezcla de tal y tal sustancia, y de pronto llegan a las guardias de los hospitales jóvenes intoxicados con ese ‘combo’, hasta que los médicos caen en la cuenta de que un cantante hizo un tema mencionando esa mezcla; así es cómo algunas cosas se van poniendo de moda”.
Para Braschi, “el uso de ansiolíticos y otros fármacos depresores sirve para anestesiar sentimientos. Y como todas las sustancias para correrse de la realidad, la mayoría de los adolescentes inician el consumo para experimentar qué se siente; después el porqué sostienen el consumo es por muy variados motivos”.
El efecto buscado del consumo de psicofármacos -para Peronace- “por un lado, es llamar la atención de las familias. No es solamente el efecto psicofarmacológico, muchos chicos lo que buscan es ser vistos por sus padres; es una conducta totalmente transgresora”. “Después, como en todas las épocas, el adolescente de por sí adolece, es un cerebro que se está formando, que está buscando definir su personalidad -analizó-. Sigue al rebaño hasta que poco a poco va a ir formándose en su propia identidad”.
Pero también la experta consideró que “la actual es una sociedad con un aplanamiento afectivo no menor, con una sintomatología bastante depresiva, con un exceso del uso de la tecnología, que lleva a los chicos a no estar conectado con los demás, no saber cómo relacionarse con otros, no saber poner palabras a sus emociones”. “Toda esa conexión con la tecnología les roba la conexión humana, y después, en esos ratos de recreación y de ocio, no saben cómo comunicarse y ahí entran los consumos. En estos tiempos pareciera que para pertenecer hay que consumir: redes sociales, sustancias, etc”, sostuvo.
PUBLICÓ Infobae.