Los nuevos gobiernos se demoran en revertir la contaminación de las aguas, incluso cerca de los balnearios y la toma de agua potable de Paraná. Este miércoles 25 se conmemora el Día de la Libertad de los Ríos con un compromiso asambleario renovado porque no cesa la destrucción de la biodiversidad, y porque faltará un hombre clave en la lucha ecologista.
Setiembre ya no es el de antes, es más intenso; la ausencia del guerrero del amor al río, Raúl Rocco, nos compromete más con el agua, y para siempre.
Nos recordaba el gualeguaychuense Andrés Rivas que el año que viene cumple dos décadas la movida ecologista titulada “El Agua Manda”, remando miles de kilómetros por la cuenca del Paraná-Uruguay. Ese proyecto es considerado uno de los hijos de la Asamblea madre: aquella que en 1996 logró generar conciencia sobre las consecuencias del represamiento del río Paraná en su curso medio, y abortar el plan.
En una vuelta de rosca, la vecindad movilizada obtuvo un año después la sanción y promulgación de una ley antirrepresas en el territorio entrerriano. Por esa norma se conmemora en la región el Día de la Libertad de los Ríos cada 25 de setiembre.
Esta primavera no es la misma. Semanas atrás despedimos a Raúl Rocco, el poeta pescador que, junto a su hermano de la vida y la conciencia, Luis Romero, remó mil kilómetros del río Paraná gritando libertad para la cuenca, hace 28 años.
“No me han de cambiar la vida, no sin que yo alce mi voz”, se escucha en nuestros corazones la voz grave del pescador artesanal y nos retumba al mirar el estado de contaminación que padecen hoy los arroyitos que dan al Paraná, y el Paraná mismo.
Flujo maloliente
Una gestión de gobierno deja una bomba, la siguiente gestión no la desactiva, y es así el Estado mismo, nacional y provincial, el que da continuidad a la destrucción de la biodiversidad. Es el Estado mismo el que desagota las cloacas crudas metros arriba de la toma de agua de la capital entrerriana y de sus pocos balnearios.
La fotografía que acompaña estas palabras fue tomada el jueves 19 de setiembre de 2024; son escenas actuales, en los arroyos Los Zorzales y Las Tunas, si para muestra sirve un par de botones. Ya señalamos a los gobiernos anteriores por su responsabilidad en la promesa de obras incumplidas. Cuando el presidente Javier Milei y el gobernador Rogelio Frigerio van para 9 meses (pronto completarán un cuarto de su mandato), y no han gestado soluciones (ya debieran estar pariéndolas), llega el Día de la Libertad y comprobamos que no “avanza” otra cosa que la basura, la contaminación y la declamación.
Anunciaron, es cierto, un “Comité de cuenca” en el Arroyo Las Tunas, pero no han convocado a ninguno de los vecinos que ya hace un año formaron una Comisión para aceitar ese Comité, y que por ahora se nutren de promesas.
Si en verdad “el agua manda”, entonces debemos señalar que grita abandono. La desidia de Milei y Frigerio no se diferencia por ahora de la indolencia de los cuatro años de Alberto Fernández y Gustavo Bordet. Se dirá “no hay plata”. ¿Y qué plata precisan para organizar una reunión, escuchar a la vecindad, caminar las costas de los arroyos, darle bola en suma a las inquietudes comunitarias?
La vecindad decidió buscar modos de superar esta decadencia generando conciencia, y algunas autoridades nacionales y provinciales parecen confundir “diálogo” con “flojera”. Es decir: si los vecinos no van a un amparo, si no denuncian a los gobernantes, si no queman cubiertas en la ruta, significa, para los gobiernos, que esos vecinos pueden esperar.
Hoy, en homenaje a Rocco y Cosita Romero, a los más humildes que, sin plata, se plantaron a los poderes económicos y políticos más peliagudos del planeta, nos obligamos a mostrar el estado del agua. Aquí, por ahora, el agua no manda: suplica.
“La enamorada del río” se llama la canoa en que remaron Rocco y Romero de Yacyretá a Paraná. “Lo siento casi un igual, diría que es algo vivo, cuando veo que se mueve como una serpiente el río”, nos susurra Raúl Rocco en el pecho y nosotros vemos los caños de amplio diámetro repletos de efluentes cloacales volcados sin tratamiento al arroyo, aguas arriba de la toma de agua de Paraná; como vemos plásticos, latas, alambres, placas de telgopor, nylon, gomas, cartones, y un flujo oscuro y maloliente drenando hacia el Paraná.
Un caño desde San Benito directo a un zanjón que da al arroyo Los Zorzales; otro desde Colonia Avellaneda, roto, con efluentes al mismo arroyo, que a metros desemboca en Las Tunas.
Como se lee en el cartel plantado hace más de tres años, de julio de 2021 al mismo mes de 2022 se debían poner en funcionamiento las piletas de tratamiento de efluentes cloacales de San Benito y Colonia Avellaneda. El plazo venció hace dos años, y todos los deshechos son descargados en los arroyos. Cero tratamiento. La realidad es una cosa, el cartel miente.
Rocco no ve al río como algo ajeno. “Siento que bulle en mis venas su sangre, muy dentro mío, y ya no me pertenezco: soy parte de él, y él es mío. Los dos nos pertenecemos, los dos nos sentimos ricos. ¿Yo?, yo porque mi pobreza de pescador no percibo, porque me hallo millonario en su brillo de platino, porque tengo las riquezas de mil perlas de rocío, y él porque sabe que es dueño de estos sentimientos míos”.
Ríos y arroyos sin plásticos, sin cloacas crudas, sin tapiales, sin declamaciones vacías; ríos y arroyos con vegetación y pájaros y peces, es el único regalo que necesita el espíritu latente de Raúl Rocco para ver cumplido su sueño, que es el nuestro.
AUTOR: Daniel Tirso Fiorotto.