En 2009, el entonces ministro de Salud del kirchnerismo, el hoy gobernador de Tucumán Juan Manzur, lanzó el denominado “Plan para la reducción de la mortalidad materno infantil de las mujeres y de las adolescentes” que se propuso, de modo ambicioso, la rápida reducción de la mortalidad materno-infantil: para finales de 2011 se pensó que la tasa de mortalidad infantil sea de un dígito, o sea, menor a 10 muertes cada 1.000 nacidos vivos, y la mortalidad materna, inferior a 3,3 cada 10.000 nacidos vivos. Es decir, 1/3 menos respecto a 2007.
Los datos oficiales indican que, al menos en Entre Ríos, nada de eso se ha conseguido.
La mortalidad infantil supera el dígito: está en 10,4 por mil.
Y la mortalidad materna –mujeres que mueren durante el embarazo, en el parto o dentro de los 42 días posteriores a parir– está muy por encima de aquel objetivo, y dio un salto significativo entre 2014 y 2015: pasó de 3,0 a 5,1 por 10 mil. O sea, un escandaloso incremento en esa tasa del 70%.
La mortalidad materna es un índice sanitario muy sensible. La Organización Mundial de la Salud (OMS) definió la muerte materna como “la muerte de una mujer durante su embarazo, parto, o dentro de los 42 días después de su terminación, debido a cualquier causa relacionada con o agravada por el embarazo mismo o su atención, pero no por causas accidentales o incidentales”. En un altísimo porcentaje, superior al 90%, la causa de la muerte puede ser evitada mediante, por ejemplo, un efectivo control del embarazo en el sistema sanitario.
En Entre Ríos, la tasa de mortalidad materna ha venido creciendo, y el último salto significativo se dio entre 2014 y 2015: pasó del 3,0 al 5,1 de cada 10.000 nacidos vivos. Aunque el índice más escandaloso se registró en 2009, con el 9,0 de cada 10.000 nacidos vivos. Luego, bajó al 3,1 en 2010; subió al 5,4, en 2011; pasó al 3,2 en 2012; bajó un poco más en 2013, y se ubicó en 2,7, para después empezar a subir. En 2014 la tasa fue del 3,0, y en 2015, del 5,1.
De acuerdo a lo que dicen los especialistas, la tasa de mortalidad materna está asociada a la gestión de las políticas sanitarias, y quizá por eso, porque las políticas de salud han tenido un movimiento oscilante en la provincia, la tasa de mortalidad materna refleja un movimiento zigzagueante.
En 2000, Argentina rubricó un documento de Naciones Unidas denominado “Objetivos del Milenio”, y que obligó a los países firmantes a reducir en un 75% la tasa de mortalidad materna entre 1990 y 2015, a la vez de permitir un acceso universal a las mujeres a los programas de salud reproductiva.
Alcanzar ese objetivo supuso dotar a los servicios de salud de la infraestructura necesaria para dar una correcta atención a la mujer al momento del parto.
Ese compromiso firmado con Naciones Unidas determinó que para 2015 Argentina debió haber alcanzado una tasa de mortalidad materna de 1,3 por 10 mil nacidos vivos. Sin embargo, según datos oficiales, en 2014 el valor de este indicador fue 3,4 por 10 mil nacidos vivos, incluso observándose un incremento del 6% respecto a la tasa del año 2013.
En Entre Ríos, ocurrió una tendencia parecida, sólo que entre 2014 y 2015 la tasa de mortalidad materna dio un salto significativo. Nada distinto de la tasa de mortalidad infantil, que también creció.
La realidad de los números muestra que la realidad está a kilómetros de distancia de aquel diagnóstico que dieran en la primavera de 2012 los entonces ministro Juan Manzur y gobernador Sergio Urribarri: que la mortalidad infantil había registrado un descenso histórico y que Entre Ríos podía mostrarse como ejemplo nacional en material sanitaria.
“En Entre Ríos podemos mostrar con sano orgullo los indicadores y estadísticas referidas a las niñez. Un aspecto muy sensible para todos los seres humanos, pero más aún para los que pertenecemos a una corriente política e ideológica como la nuestra”, dijo entonces, envalentonado, el exgobernador.
Quizá le convendría echar una mirada a las cifras oficiales que publica la Dirección de Estadística y Censos de Entre Ríos.
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